Page 10 - Una extraña pelota
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Suavemente lo dejamos sobre el césped, dándonos
en la tarea yo y mi hermano tal cabezazo que ter-
minamos sentados en el suelo, parecía que el erizo
nos miraba paciente; lentamente se acercó a olernos
para luego seguir su camino, nosotros todavía medio
aturdidos nos levantamos agarrándonos la cabeza.