Page 11 - Una extraña pelota
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Suavemente lo dejamos sobre el césped, dándonos
                                           en la tarea yo y mi hermano tal cabezazo que ter-

                                           minamos sentados en el suelo, parecía que el erizo
                                           nos miraba paciente; lentamente se acercó a olernos

                                           para luego seguir su camino, nosotros todavía medio
                                           aturdidos nos levantamos agarrándonos la cabeza.
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